Me alegra poderos felicitar por primera vez en estas fechas tan entrañables. No llevo ni diez meses entre vosotros y el calendario nos sitúa en medio de estas fiestas de la Navidad. Permitidme que, a través de este medio, me acerque a todos vuestros hogares, a vuestras familias, a vuestras vidas y, os desee, desde lo más profundo de mi corazón, mis mejores deseos de felicidad.
Espero que tengáis todos una Feliz Navidad.
No han sido meses fáciles los que nos han tocado vivir: la pandemia lo ha trastocado todo y el mal y el sufrimiento han irrumpido en nuestras vidas. Lo hemos vivido con perplejidad y con impotencia. Al miedo al contagio, se añade la incertidumbre de familias enteras, que contemplan su futuro con temor y desconfianza. Son también miles los que han perdido seres queridos y van a vivir estos días con el corazón roto y con una herida difícil de curar.
Y, con todo, la Navidad de este año es un gran regalo que Dios nos hace.
Porque no hay mejor remedio para nuestras dolencias que celebrar el que Cristo haya querido hacerse uno de los nuestros. Que el Hijo de Dios se haya hecho carne lo cambia todo, y lo cambia a mejor, porque cambia nuestro corazón… Cristo hace nuevas todas las cosas y nos abre un horizonte nuevo que es el amor. Por eso, en nuestros miedos y en nuestros desconciertos, y en las circunstancias duras que las que tenemos que afrontar los sufrimientos, o la enfermedad o la muerte, hay una luz que nada ni nadie es capaz de apagar, porque nada ni nadie es más poderoso que el amor de Dios, que se nos ha revelado en Jesucristo.
Pido al Niño Dios que nazca esta Navidad en nuestros corazones, en nuestras familias, en la Iglesia diocesana de Toledo y en el mundo entero. Necesitamos de su luz para caminar y para tomar las decisiones que con las que construir nuestro futuro. Necesitamos de su amor para superar el virus del individualismo y el egoísmo. Necesitamos de su fuerza para transformar este mundo y que se haga presente el Reino de Dios: Reino de amor, justicia, misericordia y paz. Necesitamos de su gracia para vencer el pecado que nos esclaviza e iniciar una vida nueva.
Con todo mi afecto a todos los fieles que peregrinan en Toledo, a todas vuestras familias, a los enfermos, a los que están solos y en particular a aquellos que pasáis por situaciones especialmente necesitadas de la fuerza y la bendición de Dios, os deseo de corazón una santa y feliz Navidad.
X Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo
Primado de España