Una de las frases que con más insistencia repetía el presidente Barreda era la de que él gobernaba “en coalición con la sociedad”. Una y otra vez el jefe del Ejecutivo repetía eso de que, aunque contaba con una clara mayoría absoluta, él tomaba decisiones de la mano de los representantes de la sociedad civil. Y era bastante cierto: sus últimos años,los del paro galopante y el déficit desbocado, fueron jaleadospor prácticamente la totalidad de asociaciones, sindicatos y organizaciones habidas y por haber. De esa forma, el gobierno se garantizaba dar unacierta imagen (falsa, casi siempre, porque la mayoría de esos apoyos venía precedidos de la consiguiente subvención) de consenso social en la que sólo el Partido Popular se quedaba fuera de la mesa.
Y esto era literal: todavía se recuerda en Toledo aquella vergonzosa foto del llamado Pacto por Castilla-La Mancha, instrumento absolutamente vacío de contenido y meramente propagandístico, en la que se puso silla a todos los representantes de la sociedad civil (sindicatos, grupos ecologistas, empresarios, asociaciones educativas, y los abajofirmantes en nómina de rigor) y se dejó vacía una, la que supuestamente correspondía al representante del PP. El mensaje era siniestro pero, sin duda, eficaz: toda la sociedad está con el presidente menos el PP. Claro que a esa sencilla idea-fuerza le faltaba un matiz: el PP representaba, voto más o menos, a la mitad de los castellanomanchegos.
El caso es que le da a uno la impresión de que el actual gobierno socialista de Castilla-La Mancha trata de tejer esa misma tela de araña social. Los sindicatos mayoritarios, por supuesto, han sido los primeros en subirse al carro y, o mucho me equivoco, o a ellos les seguirán la misma ristra de asociaciones y grupos varios de siempre que, con independencia de su mayor o menor representatividad, se irán embarcando en el confortable mundo del aplauso fácil y la subvención acelerada. Y a vivir, que estar en contra del que manda es muy agotador. A no ser que la oposición lleve premio, claro, que de esto también tenemos unos cuantos ejemplos de ilustres personajes que andan ahora cobrándose la pancarta.
Ya empezamos a ver cómo se repite el patrón, que de forma muy sucinta, es el siguiente: sale el consejero de turno y dice A es igual a B. Luego sale el de CCOO y dice también que A es igual a B. Y a él le sucede el portavoz de UGT, el rector de la UCLM, el presidente de la Asociación de Vecinos de turno y, si hace falta, sacamos al líder de la Plataforma contra la cría de gallinas en cautividad. Todos diciendo que A es igual a B. Luego sale el portavoz del PP y dice oiga, que A es igual a A. Titular del ejemplo: “el PP se queda sólo diciendo que A es igual a A”. Y así, poco a poco, la tela de araña del gobierno en coalición con la sociedad, va cerrando el cerco sobre el disidente. Aunque éste, por cierto, haya ganado las elecciones.