Este 12 de octubre de 2015 es una conmemoración alegre, y triste a la vez.
Alegre porque siempre es un orgullo como españoles de este rincón manchego, recordar la gesta que una España con espíritu universal llevó a cabo en el mundo al finalizar su reconquista. Triste porque nuestra patria vive en la agitación constante por querellas fútiles de aquellos que niegan su ser y quieren romper nuestra nación alimentados por el odio.
La ruptura de España ya no es algo imposible, aquellos que pretenden remiendos por su falta de valentía ignoran que esos remiendos ya no son viables, ya estamos en el momento de defender España, nuestra soberanía, nuestra Constitución y nuestro Estado de Derecho con todas las consecuencias.
Espero que el verdadero sentido común, que no tiene nada que ver con el cambalache, ilumine a los españoles en la defensa de una herencia que no puede ser destruida por la desidia y el odio.
Quiero recordar, en este día festivo, las palabras de Manuel Lopez Camarena en 2013, cronista oficial de Ciudad Real y periodista, a los pies de la estatua de Isabel la católica en Ciudad Real, recordando a aquellos españoles de nuestra ciudad que fueron protagonistas de primera línea en nuestra epopeya universal que comenzó ese lejano 12 de octubre de 1492:
“Y así encontramos personajes como el capitán Diego de Mazariegos, nacido en 1.527 en nuestra flamante ciudad de entonces, que fundase la mejicana Ciudad Real de Chiapas, hoy San Cristóbal de las Casas, con la que estamos hermanados; o Luis de Villaseca, ciudadrealeño también, que fuese secretario del virrey Luis de Velasco y que, en 1612, encargase y sufragase el magnífico retablo de la hoy Catedral de nuestra ciudad, en la que ya entonces, como parroquia de Santa María del Prado, se venerase a nuestra patrona; sin olvidar a fray Antonio de Ciudad Real, franciscano, que tuvo un papel destacado en la tarea de organización de Yucatán, al ser uno de los pocos que logró aprender la lengua maya yucateca, de la que escribió un valiosísimo diccionario; o aquel descendiente de don Pedro Treviño, que consigue el marquesado de Casa Treviño, tan ligado a nuestra ciudad, título que al final llega a España desde Nueva Orleáns, donde vivía; o aquel fray Juan de Estrada, o de la Magdalena, hijo de Juan Alfonso de Estrada, que fuese gobernador de la América Septentrional, que pasó su vida en México dedicado a sus tareas religiosas y literarias; o Pedro Antonio Castellanos, capitán de Infantería en Cuba, enemigo primero de Hernán Cortes y amigo sincero después, hasta el punto de que testificó en su favor ante la justicia del emperador Carlos; o nuestro fray García Jofre de Loaysa, nacido en 1.490 entre nuestras hoy derruidas murallas, almirante de Castilla y gobernador de las islas Molucas, de haber llegado a ellas, en la expedición que descubrió el temible Cabo de Hornos, y en la que viajaban, entre otros, y nada menos, que Juan Sebastián Elcano, Rodrigo de Triana y Pedro de Urdaneta; y Alonso Dávila, nombrado alcalde mayor de Méjico por Cortés, del que fue compañero en la conquista de aquel enorme país y más concretamente en la península de Yucatán y en llamada Noche Triste de Otumba; o aquel obispo Francisco de Salcedo, que ejerció ministerio en La Plata, Los Charcas y Santiago de Chile; o el capitán Juan de Céspedes; o Alonso de Estada; y los hermanos Machuca, Luis, Petronila y Estefanía, que levantaron su casa de aquí y pasaron al Perú; o Alonso Mexía de la Cerda, que anduvo por el Perú incaico y Chile; y todos los que, habiendo existido, no he logrado localizar y ubicar, porque, seguramente, habiendo estado y hecho, con desigual fortuna, las América, no tuvieron motivo para dejar rastro de su nombre y existencia.
No obstante, todos ellos, conocidos o desconocidos, eran, fueron, ciudadrealeños de pura cepa y aun hasta la médula, de modo y manera que, cuando pudieron, fundaron alguna Ciudad Real, o confeccionaron un diccionario o se batieron bravamente o vencieron a la mar en la zona más difícil de navegar, como hizo Loaysa en el tenebroso y peligroso Cabo de Hornos.
Todos ellos dejaron su impronta allá y, salvo excepción o demostración en contrario, no debieron ser de los peores ni de los más crueles, pues sabido es que el ser del manchego no es ni violento, ni cruel, ni vengativo. Ellos, como el resto de los españoles allí llegados, formaron parte esencial de una gran aventura que, por buscada, no causó menos sorpresa al tener que ser enfrentada por la España de aquella época. Aventura en la que, todos, para desmentir ciertas falacias muy al uso hoy, metieron el moco y la mano, incluidos los que más ponen en duda y más reniegan de la Hispanidad, amén de por lo que representa de descubrimiento y conquista, como, sobre todo, por la filosofía con la que se llevó la misma, pese a los errores que se dieron. Para entender esto, baste comprar el modus operandi de España en aquellas tierras, en aquellas colonias, que no otra cosa eran en el tiempo, y el de otras potencias europeas como Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal en sus territorios, y no digamos de la colonización de los Estados Unidos de América. Entre unas y otras hubo, ciertamente, diferencias cualitativas y cuantitativas, o al menos eso creemos muchos.”
¡Feliz día de la Hispanidad! ¡Viva España!
Ricardo Chamorro Delmo. Presidente de VOX Ciudad Real