Ésta no es una de esas películas que engrosan los listados de “Las 100 mejores de la historia”. Es más, su estética sencilla, que no disimula los escasos recursos, la acerca a las cintas del ‘espagueti western’ o de serie b. Entre los especialistas, sí es reconocida como un hito del terror español, lo cual entiendo que habrá echado para atrás a más de uno. Sin embargo, su argumento es de los que marcan, de los que dejan al espectador reflexionando, más allá del simple pasatiempo. Quien la ve no puede evitar que la historia se presente como un referente cotidiano y un estereotipo al que recurrir a veces para explicar la realidad. Les recomiendo, si no la han visto, que lo hagan antes de seguir leyendo, yo les espero aquí quieto.
Todo comienza con la visita de dos turistas a Benavís, una típica población de la costa mediterránea española, desde la que se desplazarán en busca de tranquilidad a la isla de Almanzora. A su llegada, los protagonistas tienen la impresión de que en Almanzora solo hay niños y pronto descubrirán que son estas encantadoras criaturas las que están asesinando cruelmente a todos los adultos. “Hasta ahí puedo leer” sin destripar más el guión que desarrolló Narciso (Chicho) Ibáñez Serrador basándose en un relato de Juan José Plans.
Aunque “¿Quién puede matar a un niño?” puede contemplarse como una cinta de terror o suspense, este argumento contiene un interesante catálogo de símbolos que merece la pena mencionar. En primer lugar, por el mensaje que lanza el director de forma bastante evidente: en Almanzora, los adultos son las víctimas de los caprichos de los niños; al contrario que en el resto del mundo, donde son los pequeños los que sufren la ambición, el egoísmo, la estupidez y el odio de los mayores, manifestado en guerras, masacres y hambrunas, por poner solo algunos ejemplos. En este sentido, el interrogante que da título al film se convierte en un durísimo reproche contra la barbarie, tan actual cuando se rodó la película como hoy. En cierta medida, también esta interpretación parece indicar que en los niños de la isla se concentra lo peor de la naturaleza humana.
En segundo lugar, la pregunta puede traducirse también como ¿quién se defiende del aparentemente débil cuando en realidad es un monstruo? He aquí una de las grandes estrategias -y al tiempo una de las grandes paradojas- de la Humanidad: fingirse indefenso para machacar, reclamar derechos mientras se pisotean los de los demás, hacerse la víctima cuando en realidad se es verdugo, parasitar hasta la muerte a quien podría eliminarte sin esfuerzo. El problema es que funciona y que denunciar simplemente este tipo de actitudes puede no solo acabar con la reputación del denunciante y de la víctima, sino también contribuir a sumar fuerzas en el lado del “perdedor”. Así que no esperen que ahora lleve este argumento al campo de la política y recuerde las exigencias de los nacionalismos, que mientras gritan “España nos roba”, arramplan con la caja caminito de Andorra. No y mil veces no.
Se me ocurre este ejemplo y muchos más, pero mencionarlos traería para mí consecuencias nefastas; me acusarían de ser un partidario de la tiranía y, de paso, un enemigo de la democracia. Silencio, pues, y buenas maneras porque ¿quién puede matar a un niño?
Título original ¿Quién puede matar a un niño?
Año 1976
Duración 100 min.
País España
Director Narciso Ibáñez Serrador
Guión Narciso Ibáñez Serrador (AKA Luis Peñafiel) (Novela: Juan José Plans)
Música Waldo de los Ríos
Fotografía José Luis Alcaine
Reparto Lewis Fiander, Prunella Ransome, Antonio Iranzo, Miguel Narros, María Luisa Arias, Marisa
Porcel, María Druille, Lourdes de la Cámara, Roberto Nauta, Luis Ciges
Productora Penta Films