Pase lo que pase el próximo domingo en Cataluña, ya nada será igual en España. Los libros de texto hablarán del 27 de septiembre de 2015, ahora bien, ¿qué es lo que dirán?. Seguramente harán referencia a que hubo un referéndum camuflado de elecciones generales en Cataluña para que su sentimiento diferenciador se plasmara en un resultado cuantificable en las urnas.
Seguramente dirán que hubo políticos que llevaron al extremo una situación que no sólo afecta a la comunidad catalana sino al conjunto del país y, me atrevería a decir, que de Europa.
¿Por qué no se puede ser catalán y español igual que en Castilla-La Mancha nos sentimos orgullosos de ser españoles y castellano manchegos?.
¿Por qué hay que poner en jaque a las empresas de Cataluña?, ¿porqué hay zarandear los cimientos de la Unión Europea?, ¿por qué hay que decidir entre una bandera u otra, por qué no podemos estar juntos?.
A lo largo de la historia todos los pueblos han tendido a buscar un ente más grande en el que estar y convivir, es decir, los pueblos en las diputaciones, las regiones en los países, los países en una unión continental, es decir, siempre se ha buscado un cosmopolitismo salvo ahora en Cataluña que prefieren el camino inverso.
Pero ahora bien, ¿y si fuera necesaria la aportación electoral de Podemos o sus marcas blancas para lograr ese proceso independentista?. Hasta ahora les hemos escuchado decir blanco, negro y toda la gama de grises pero el 27 de septiembre por la noche ya no valen medias tintas. El domingo por la noche hay que decantarse a rojo, negro o gana la banca.
Si eso ocurriera, ¿realmente los ciudadanos del resto de España verían con buenos ojos que siguieran vigentes muchos de los pactos de Gobierno que hay entre PSOE y Podemos?
¿Realmente muchos políticos serían capaces de dormir el domingo por la noche sabiendo que al día siguiente mantendrán su sillón en el mismo sitio que lo dejaron el viernes, aunque en un país más pequeño, gracias al partido que les apoya para formar Gobierno?
¡Ya está bien!. Esto no tiene lógica alguna. Podemos y sus marcas blancas están jugando su baza y lo hacen bien. Han estirado la cuerda y se han convertido en un partido imprescindible para el PSOE en más de media España pero ahora la situación es otra, en especial si los independentistas necesitan a Podemos para marcharse de nuestro país.
Entonces la pelota estaría en el tejado socialista de Ferraz para España y del Palacio de Fuensalida en Castilla-La Mancha y tendrían que decidir si prefieren salir de muchos gobiernos municipales, provinciales y regionales o seguir apoltronados gracias a unos socios que podrían ser colaboradores y cómplices de la fracción de un país llamado España.