Hola señor Arthur Mas. Me gustaría decir que es un honor escribirle estas líneas, pero le mentiría; no lo es.
Respeto hasta la saciedad su derecho a sentirse distinto, su derecho a sentirse catalán, su derecho a creer que es diferente al resto de los españoles; es más, lucharía para que usted pudiera sentirse diferente en un país cosmopolita y moderno como es España, pero también lucharía para que el resto de los catalanes que le han dicho que quieren seguir siendo españoles puedan vivir en este país, en el mío y por mucho que le pese, también en el de usted.
Señor Más, no le voy a negar que la puesta en escena que realizó usted el pasado día 27 de septiembre, por cierto, día de mi cumpleaños, fue muy buena. Tuvo gestos que demuestran que sabe escenificar a la perfección el papel que juega.
Se presentó como ganador de un plebiscito camuflado de elecciones generales en Cataluña y las perdió. Usted ha jugado a grandes sin llevar reyes y ha perdido la partida, ha ido de farol y ahora toca reconocerlo.
Nadie le va a ganar que ganó las elecciones, pero del mismo modo nadie puede negar que el “NO” a la independencia ha sido superior a la fuerza que usted representa y, por lo tanto, sólo tiene dos caminos; por un lado reconocer la derrota e irse o quedarse dejando ya la cantinela del independentismo.
Señor presidente, Cataluña es mucho más que usted. Algún día ni usted ni yo estaremos en este mundo pero Cataluña seguirá existiendo. Señor Más, imponer algo en contra del sentimiento mayoritario de sus ciudadanos se llama dictadura y a estas alturas del siglo XXI no es lógico insistir en algo que obviamente no quieren ni los catalanes ni el resto de los españoles.
Me despido señor presidente agradeciéndole su tiempo y asegurándole que prefiero ver a Pau Gasol machacando la canasta con rabia defendiendo a la selección española que viendo como insiste en una independencia que no quieren sus paisanos; gracias y perdón si en algo le he ofendido porque en ningún caso ha sido mi intención.